lunes, 31 de agosto de 2015

Nuevos vientos en las relaciones EE.UU y disidentes: ¿Obstáculo u Oportunidad para el anti-castrismo?


Para nadie es un secreto que la relación entre la Casa Blanca y los disidentes cubanos ha experimentado un profundo cambio desde que Barack Obama decidiera restablecer las relaciones con el gobierno cubano. Y es que la administración demócrata, cansada de mantener una política (de la cual no fue creadora, si no continuadora) que por más de 50 años no ha logrado derrocar al régimen marxista, ni llevar significativos cambios políticos y económicos a la isla, ha preferido modificar el rumbo de esta, con la esperanza de que un enfoque menos agresivo y más tolerante hacia La Habana, logré una mayor apertura política y un mayor respeto a los derechos humanos de la población por parte de la dictadura comunista. Sin embargo, la nueva posición de Washington, ha traído muchas críticas por parte de los opositores cubanos (fuera y dentro de Cuba), quienes ven estas concesiones hacia La Habana, como un evidente signo de la falta de compromiso norteamericano hacia la libertad del pueblo cubano.


Y es que para muchos de estos "luchadores de la libertad", los vientos de cambio que se están dando entre los antiguos enemigos, no han implicado una mayor tolerancia por parte del castrismo hacia sus antagonistas, sino todo lo contrario. Es por eso que aprovechando la visita del Secretario de Estado norteamericano John Kerry a Cuba, un grupo de estos valientes hombres y mujeres se reunió con el funcionario para explicarle no solo la terrible situación de abuso y maltrato que sufre constantemente la población isleña, si no para conocer de primera mano la nueva posición de la diplomacia americana sobre Cuba. Del encuentro se han obtenido variadas expresiones, mientras que para algunos fue una reunión "positiva", otros se han quejado de la "poca duración" de este acercamiento.

Pero, lo más resaltante de esta reunión  es que ha mostrado a todos los involucrados, que  las relaciones Cuba- EE.UU han entrado a una nueva etapa.
Por lo tanto la disidencia cubana deberá adaptarse a una realidad en la cual su mayor socio ya no se mostrará tan dispuesto (de palabra y hecho) a defenderla de los abusos del gobierno marxista. Ante esta nueva situación es necesario que los grupos democráticos isleños elaboren nuevas estrategias para tratar no solo con los EE.UU, sino también con el poder de turno en Cuba. Es evidente que los disidentes deben crear nuevas y más efectivas formas para enfrentar al marxismo cubano y su ideología, la cual ha estado engañando y confundiendo a un país por más de cinco décadas.


Para eso deben buscar a toda costa hacerse más conocidos por el pueblo, protestando y organizando manifestaciones no solo para criticar las más importantes mentiras y errores del régimen, sino también aquellos "pequeños" desaciertos y abusos tales como: el evidente racismo que hay en Cuba y que los comunistas se empeñan en negar, las desigualdades sociales entre cubanos, los abusos policiales, la falta de oportunidades y la fuga de cientos de miles de personas al extranjero hastiadas de las carencias económicas y las restricciones políticas. El tratamiento mesurado y detallado de estos tópicos les traerán seguramente muchos aliados dentro de sus compatriotas.