Para nadie es un secreto que la
relación entre la Casa Blanca y los disidentes cubanos ha experimentado un
profundo cambio desde que Barack Obama decidiera restablecer las relaciones con
el gobierno cubano. Y es que la administración demócrata, cansada de mantener
una política (de la cual no fue creadora, si no continuadora) que por más de 50
años no ha logrado derrocar al régimen marxista, ni llevar significativos
cambios políticos y económicos a la isla, ha preferido modificar el rumbo de
esta, con la esperanza de que un enfoque menos agresivo y más tolerante hacia
La Habana, logré una mayor apertura política y un mayor respeto a los derechos
humanos de la población por parte de la dictadura comunista. Sin embargo, la
nueva posición de Washington, ha traído muchas críticas por parte de los
opositores cubanos (fuera y dentro de Cuba), quienes ven estas concesiones
hacia La Habana, como un evidente signo de la falta de compromiso
norteamericano hacia la libertad del pueblo cubano.
Y es que para muchos de estos
"luchadores de la libertad", los vientos de cambio que se están dando
entre los antiguos enemigos, no han implicado una mayor tolerancia por parte
del castrismo hacia sus antagonistas, sino todo lo contrario. Es por eso que
aprovechando la visita del Secretario de Estado norteamericano John Kerry a
Cuba, un grupo de estos valientes hombres y mujeres se reunió con el
funcionario para explicarle no solo la terrible situación de abuso y maltrato
que sufre constantemente la población isleña, si no para conocer de primera
mano la nueva posición de la diplomacia americana sobre Cuba. Del encuentro se
han obtenido variadas expresiones, mientras que para algunos fue una reunión
"positiva", otros se han quejado de la "poca duración" de
este acercamiento.
Pero, lo más resaltante de esta reunión es que ha mostrado a todos los involucrados,
que las relaciones Cuba- EE.UU han
entrado a una nueva etapa.
Por lo tanto la disidencia cubana
deberá adaptarse a una realidad en la cual su mayor socio ya no se mostrará tan
dispuesto (de palabra y hecho) a defenderla de los abusos del gobierno marxista.
Ante esta nueva situación es necesario que los grupos democráticos isleños
elaboren nuevas estrategias para tratar no solo con los EE.UU, sino también con
el poder de turno en Cuba. Es evidente que los disidentes deben crear nuevas y
más efectivas formas para enfrentar al marxismo cubano y su ideología, la cual
ha estado engañando y confundiendo a un país por más de cinco décadas.
Para eso deben buscar a toda
costa hacerse más conocidos por el pueblo, protestando y organizando
manifestaciones no solo para criticar las más importantes mentiras y errores
del régimen, sino también aquellos "pequeños" desaciertos y abusos
tales como: el evidente racismo que hay en Cuba y que los comunistas se empeñan
en negar, las desigualdades sociales entre cubanos, los abusos policiales, la
falta de oportunidades y la fuga de cientos de miles de personas al extranjero
hastiadas de las carencias económicas y las restricciones políticas. El
tratamiento mesurado y detallado de estos tópicos les traerán seguramente muchos
aliados dentro de sus compatriotas.