lunes, 2 de septiembre de 2013

VEINTE MINERAS AUSTRALIANAS EN EL PERU

En estos últimos años, se ha incrementado de la participación australiana en la economía nacional. La mayoría de estas se ha dirigido al sector minero y, en menor medida, al petrolero. Según Inés Fernandini, gerente de Desarrollo y Negocios de la embajada de Australia, la gran diversidad mineral de nuestra nación y su relativamente amable legislación sobre el tema, aunadas a la estabilidad política y económica local, la hacen un blanco apetecible para los inversores de la patria de Errol Flynn.

Es por eso que, en la actualidad, encontramos a casi veinte empresas australianas (la mayor parte Juniors) laborando en el territorio nacional. Dichas Instituciones tienen como principal objetivo la búsqueda y exploración de posibles yacimientos, los cuales, una vez encontrados, son puestos a disposición de mineras encargadas de explotarlos. Vale la pena añadir que el Gobierno peruano, en una sabia decisión, no les cobra el IGV a las Juniors, pues busca, incentivar la llegada de más compañías de su tipo, y así aumentar las inversiones en este rubro. Hasta ahora se ha logrado resultados satisfactorios a pesar de la desaceleración mundial en el precio de los metales. Entre las empresas con presencia en nuestro suelo se pueden mencionar: Metminco y su proyecto en Los Calatos, Rio Tinto, Strike Resources y Xstrata Copper; esta última ha invertido cientos de millones de dólares en la mina Tintaya y en el desarrollo del proyecto Las Bambas.

A lo largo y ancho del territorio peruano, el número de asociaciones de procedencia australiana parecen florecer y es que en un principio la exploración minera parecía reducida a un grupo de extranjeros, pero los intereses de capitales de este país va más allá, considerando que a la par de la inversión minera, están empresas australianas que proveen de tecnología de punta a las operaciones mineras peruanas. Fernandini indica que otros empresarios tienen sus miras en la construcción de puertos y aeropuertos en distintas regiones del país, lo que les servirá para hacer de la exportación del material extraído una tarea más práctica y sencilla. Sin embargo, no todo es dicha y felicidad en las relaciones bilaterales de ambos entes; las dificultades también existen; ejemplos de estas serían la gran diferencia horaria que existe entre Perú y Australia y que impide una mayor compra de bienes y acciones entre ambos países; en este momento, el punto permanece irresoluto, aunque se han llevado a cabo los primeros sondeos entre los implicados, lo que ha creado un moderado optimismo que permite ver una luz al final del sendero.


Otro impedimento en los tratos peruano-australianos es la lentitud de los trámites: nuestros amigos de Oceanía sienten que a pesar de que las disposiciones nacionales no son difíciles de cumplir, el problema aparece a la hora de entregar las autorizaciones y formularios al respecto: frecuentemente se les asigna una fecha para recibir un documento y ésta terminan siendo postergada una y otra vez. Con esta errónea actitud, no solo se desalienta a muchos potenciales inversores, sino que se trasmite un negativo mensaje de informalidad e improvisación que perjudica nuestra credibilidad como socio eficiente y cumplidor de sus obligaciones. Todo esto genera molestias en los inversionistas, quienes tienen que informar constantemente a sus jefes (al otro lado del planeta) de los avances de la operación y que se encuentran a menudo sin nada concreto que mostrar, ocasionando suspensiones de proyectos y el despido de personal capacitado. La inversión minera australiana en el Perú está presente, qué duda cabe, y, considerando su importancia, es necesario alentarla para no perderla.


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