viernes, 4 de mayo de 2018
miércoles, 2 de mayo de 2018
Dora Varona: La mujer que yo conocí
La escritora y poetisa cubana Dora Varona Gil tuvo variados significados para quienes tuvimos el placer de tratarla. Esposa fiel, comprensiva y trabajadora para Ciro Alegría (famoso escritor peruano) y Genaro Llanqui (gran padre de familia y compañero), madre tenaz y luchadora para sus hijos (Gonzalo, Ciro, Cecilia y Diego) y persona de infinita generosidad hacia mi y mis familiares más cercanos. Altruismo y aprecio que pude apreciar cuando después de incontables peripecias legales logró que mis padres y yo abandonáramos la isla de Cuba (el otrora paraíso de los comunista convertido por aquellos tiempo en infierno) y nos asentáramos en el Perú. Para nosotros que partimos dejándolo todo atrás, fue muy reconfortante ver como ella nos acogía en su hogar, haciéndonos sentir parte de su amplia familia. Pocas personas en aquellos tiempos (mediados de los años noventa) hubieran actuado de la misma forma. Recibir nuevas personas (solo mi madre era realmente su pariente), debió implicar cambios profundos en su vida. Sin embargo, este "inconveniente" no la detuvo a la hora de buscar mejores oportunidades para nuestro futuro; producto de estos esfuerzos pude ingresar a un buen colegio donde obtuve una valiosa preparación para enfrentar la vida.
"Fe y acción"
"Tía Dora" como solíamos afectivamente llamarla fue un ser de gran confianza en Dios y sus milagros. Para ella, Dios había hecho muchas transformaciones en su vida y en sus seres amados. Afirmaba que no solo había que creer con intensidad, si no convertir esa fe en acciones productivas hacia el prójimo. Muchas veces pude percibir su satisfacción en ayudar a las personas que se encontraban en dificultades, buscando con esto el bienestar de los necesitados.
"Trabajando hasta el final"
Ningún experto de la literatura peruana se atreverá a negar la grandeza y los aportes de Ciro Alegría a esta. Sus trabajos revalorizaron la cultura indígena ante un público que la ignoraba o se avergonzaba de ella. Sin embargo, fue la continua e infatigable labor de su viuda Dora Varona Gil y su compañero Genaro Llanqui, la que trajo a la luz muchos de sus escritos que no habían sido publicados por el fallecimiento de su autor. Fue sin dudas una labor hercúlea, la cual consumió a mi tía tiempo y esfuerzo. Descifrar la letra de Ciro Alegría, transcribir sus palabras exactas, conseguir un contrato con los editoriales, fueron solamente una pequeña parte de lo que tuvo que hacer para que los peruanos conocieran un poco más a ese hombre que tanto enseñó al Perú y que ella tanto amó y admiró.


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