viernes, 24 de mayo de 2019

LAS IDEOLOGÍAS NO CAMBIAN EL CORAZÓN

Una vez más la historia nos muestra como la corrupción, el engaño y la doble moral alcanzan a cualquier individuo sin importar su estatus, valores y creencias. Y es que el sonado caso de corrupción que envuelve a la ex-alcaldesa de Lima, Susana Villarán es un perfecto ejemplo de como la política peruana viene degenerándose cada día. Ya no son los "caseritos" de siempre, ¿vale la pena nombrarlos?, ahora resulta que la corruptela también alcanza a la izquierda nacional, pomposamente  autonombrada "Los Defensores del pueblo" o "Reserva Moral de la Nación" (este último epíteto haría reír a cualquier persona bien informada).

Sin embargo, lo que más indigna a este servidor no es tanto el nivel de degradación (reprobable en todo sentido) que se alcanzó durante al administración Villarán , sino la reacción de los izquierdistas ante este espinoso asunto. Hasta ahora brillan por su ausencia las marchas que terminaban lavando banderas peruanas, las lágrimas de actrices que sufren por los males de su nación, ¿no adivinan a quienes  me refiero? y el apoyo "desinteresado" de famosos y famosas "ignorantes" de la siniestra trama que se desenvolvía a su alrededor. 

¿Por qué los comunistas no pueden ser consecuente con las ideas que se defienden? 

La respuesta a estas pregunta radican más en el carácter de las personas involucradas que en las creencias que dicen defender. El ser humano siempre busca aferrarse a un credo que le de sentido a su vida y su rol en el mundo. Para los cristianos es la fe en Jesús y la confianza en que una vida justa les traerá el anhelado paraíso donde gozarán de eterna dicha. Los budistas desean alcanzar el "Nirvana" (estado de liberación de deseos y sufrimientos terrenales).

En cuanto a los comunistas uno de sus tanto dogmas es: "Lograr la igualdad entre todas las clases y fomentar la integración de estas es una hermandad". 
Esta meta es tremendamente altruista y noble, aunque su aplicación peca de violenta e irreal, ya que entre otras cosas desconoce las particularidades (buenas y malas) del hombre. Para los marxistas la realidad se muestra en forma de una conflagración constante entre el "bien y el mal", donde quien se oponga debe sufrir terribles penas (exilio, muerte, tortura, olvido, etc).

Los miembros del Partido Comunista comprenden que en este conflicto se pueden cometer errores y abusos, pero estos siempre son "insignificantes" y "tolerables" en la búsqueda de un propósito que a la larga traerá el "bienestar mundial". No importa que actos deleznables tengan que ejecutar o si tienen que contradecir sus propios postulados cuando la ocasión lo requiera, todo está permitido en nombre de la "sagrada" causa. Es por eso que podemos observar su reticencia a aceptar las responsabilidades por sus errores y horrores cometidos, ya que el reconocimiento de estos significaría la admisión del fracaso de los postulados por los que han luchado toda una vida. Y como todos sabemos no hay nada más terrible que descubrir que los principios por los que has luchado eran una falsedad total.

Este terrible escenario se aplica a muchos creyentes del marxismo en Perú. Se han dado cuenta o han empezado a vislumbrar los engaños y mentiras que sus dirigentes hacen en su nombre, pero son incapaces de reaccionar y tomar medidas drásticas para enfrentarlos, en parte por miedo, en parte por abandonar ese grupo al que muchas veces ayudaron a crear y con el cual se sienten tan identificados espiritualmente.