domingo, 1 de junio de 2014

Cuba y Estados Unidos al finalizar la guerra de 1898

Relaciones y percepciones de los cubanos hacia los norteamericanos antes de 1898

Contrariamente a lo predicado por la maniquea y simplista historiografía castrista, los cubanos contemporáneos de José Marti, nunca desarrollaron un odio visceral hacia los EE.UU; al contrario muchos de ellos (incluido al propio Apóstol) admiraban muchos de los aspectos de la sociedad norteamericana, a la que percibían como un modelo de avance tecnológico, con instituciones políticas fuertes y cuya influencia cultural se expandía continuamente influenciando el pensamiento político, social y económico de la región. Existía el consenso que los Estados Unidos era un país donde se podía prosperar y en cual el gobierno garantizaba cierto respeto a las opiniones y creencias de los individuos. Muchos cubanos hablaban inglés y tenían un relativamente amplio conocimiento de la historia y las instituciones americanas. Un pequeño ejemplo de esto fue la carta que el General Calixto García, le dirigió al General americano Shafter, donde el líder cubano se queja por el injusto proceder del jefe norteamericano hacia los insurgentes cubanos, al negarles a estos la entrada en Santiago de Cuba (plaza fuerte española, recién capturada por cubanos y americanos), por temor a que masacraran a muchos de los aliados de España en dicha ciudad.

A continuación reproduzco un fragmento de dicha misiva donde Calixto García comparando a sus guerrillas con los combatientes americanos de Saratoga y Yorktown (batallas de la Guerra de Independencia Norteamericana) rechaza las imputaciones que se le habían hecho sobre la posibilidad que sus milicias cometieran una matanza en Santiago de Cuba.

formamos un ejército pobre y harapiento, tan pobre y harapiento como lo fue el ejército de vuestros antepasados en su guerra noble por la independencia de los Estados Unidos de América; pero, a semejanza de los héroes de Saratoga y de Yorktown, respetamos demasiado nuestra causa para mancharla con la barbarie y la cobardía.

Por otra parte no debemos olvidar que si bien se idolatraba muchos aspectos de Estados Unidos como nación, importantes figuras de la talla  de Antonio Maceo y José Marti (quien pasó tiempo de su vida en la patria de Lincoln) advirtieron del enorme apetito expansivo que empezaba a manifestarse en este país y que amenazaba la existencia de Cuba y las naciones latinoamericanas; estábamos pues en una etapa del mundo donde todas las grandes potencias (Francia, Inglaterra, Alemania y la decadente España) tenían un imperio colonial al que manejaban y oprimían a su antojo. EE.UU, si bien en un principio se negaba a ser como esas potencias europeas, poco a poco sucumbió ante las presiones tanto internas y externas para tener sus propios dominios y zonas de influencia.


Divergencias en la nación cubana ante la alternativa independentista

Las más recientes investigaciones históricas sobre las luchas independentistas cubanas, están sacando a la luz un panorama mucho más variado del que se esperaba. Por primera vez, muchos investigadores e historiadores perciben que en su lucha contra España la nación cubana no fue un monolítica, si no que hubo muchas tendencias que tuvieron variados apoyos de los cubanos. Para muchos compatriotas, los mambises no parecían ser una mejor alternativa que el brutal y corrupto régimen español. Se percibía a estos guerreros (en su mayoría negros), venidos del Oriente de la Isla (la zona más pobre y aislada) como seres incontrolables, muy proclives a la violencia, el saqueo y desorden. Había un gran temor en la sociedad cubana de esos tiempos, que la expulsión de los españoles llevara a una brutal guerra civil entre blancos y negros, trayendo consigo la partición de la isla en dos mitades como República Dominicana o el surgimiento de una nueva Haití, donde el elemento africano controlara todo el poder. Por eso había muchos en Cuba que deseaban una transición ordenada y mediada por los EE.UU, para así mantener seguras sus propiedades e inversiones (especialmente azucareras). Vale la pena recalcar que si bien la "Joya de la Corona Española", dependía políticamente de la Madre Patria, económicamente la Isla se supeditaba al vecino del norte.


¿Por qué Norteamérica no anexionó a Cuba y si tuvo una presencia más permanente en Filipinas (otra antigua colonia española)?

La respuesta a dicha pregunta es muy compleja ya que hubo muchos factores (políticos, sociales y económicos) que impidieron que Cuba se convirtiera en parte de EE.UU.

Sin embargo, si debemos agradecerle a alguien que la anexión no se hubiera llevado a cabo, ese es José Marti. El Apóstol durante su estancia en  tierra gringa  había creado un efectivo lobby que se encargaba de promover la emancipación cubana entre la clase dirigente americana, la prensa y cualquiera que tuviera poder para ayudar a la causa de su amada tierra, para alcanzar estos fines se usaban cualquier tipo de medios: legales (contribuciones a  la carrera de algún congresista o senador, con la esperanza de que estos aprobaran leyes o convencieran a otros de aprobar leyes en favor de la libertad de Cuba) e ilegales (sobornos y promesas de beneficios políticos y económicos en una Cuba post-española), no hay que olvidar que muchos de estos políticos americanos eran hombres de negocios, quienes veían mayores ventajas de inversión en una Cuba libre y dependiente de ellos, que en una bajo el yugo español.

Todo este paciente, astuto y efectivo trabajo hecho por los cubanos durante décadas, rindió sus frutos a comienzos de 1898, cuando el Senado de EE.UU aprobó la Enmienda Teller, la cual reconocía la independencia de Cuba y aseguraba que nación americana no tenia interés en ejercer soberanía o controlar Cuba.

Enmienda Teller:

Que los Estados Unidos por la presente declaran que no tienen deseo ni intención de ejercer soberanía, jurisdicción o dominio sobre dicha Isla, excepto para su pacificación, y afirman su determinación, cuando ésta se haya conseguido, de dejar el gobierno y dominio de la Isla a su pueblo

De esta forma los americanos no podían anexionarse Cuba directamente, ya que su propia ley se los impedía, por eso desarrollaron una alternativa diferente: Una vez que hubo acabado el conflicto con España, permanecieron durante 4 años en el archipiélago cubano con el objetivo de reconstruir el devastado país y ganarse el apoyo de sus habitantes para que ellos mismos solicitaran su incorporación a EE.UU, sin embargo el nacionalismo cubano se había fortalecido por tantos años de lucha conjunta contra un enemigo común, trayendo como resultado el surgimiento de un país que si bien dependía política, económicamente y en menor medida culturalmente de EE.UU, esto no significaba que deseaba ser parte de este nuevo poder emergente.


Para los filipinos la situación era más difícil ya que no tenían un sólido lobby en la capital americana, por ende, pocos pudieron defender sus demandas. Aguinaldo, el líder de la insurrección filipina confió ciegamente en las palabras del almirante Dewey (vencedor en la batalla naval de Cavite), quien le prometió que su país reconocería la independencia de las Filipinas. No comprendió el ilustre filipino que el poder militar americano se supeditaba ante el civil, otorgó demasiado valor a las palabras de un oficial quien solo reflejaba una opinión personal mas no tenía capacidad de transformar sus palabras en hechos concretos.