domingo, 9 de diciembre de 2018

"Democracia viciada, tirano a la vista"

En estos últimos años hemos sido testigos como muchos presidentes, funcionarios públicos y candidatos a la más alta investidura del país han desfilado por los pasillos del Poder Judicial. Algunos se han evadido de la justicia peruana ( Alejandro Toledo y Alan García), mientras otros han pasado o pasan tiempo en prisión (Ollanta Humala y Keiko Fujimori). Para un gran número de compatriotas la aparición de estos indecentes casos de corrupción (Chinchero, Cuellos Blancos, Odebretch) no solo han traído a su memorias el penoso y reprobable accionar del gobierno fujimorista (1990-2000), si no que han destruido la poca confianza que tenían en la democracia que nos rige desde hace 18 años. Y es que a pesar del crecimiento económico experimentado de los últimos tiempos, la eficiencia y eficacia del Estado peruano todavía es muy limitada. Estamos pues ante una sombría realidad que ha logrado que los peruanos se sientan profundamente defraudado de sus representantes y el sistema que los mantiene en el poder. Es pues necesario tomar medidas urgentes al respecto, antes que la desilusión y el odio obligue a muchos compatriotas a buscar alternativas inmediatas de solución (resolverían parte del problema) pero de consecuencias impredecibles.


La corrupción no distingue ideologías

Si algo ha quedado claro con respecto a el "Caso "Odebretch" es que el robo, el engaño y la deshonestidad son propios de toda doctrina política sin distinción. Tanto la derecha como la izquierda peruana nos han mostrado una vez más sus verdaderas intenciones para con la nación incaica, intenciones que siempre han estado muy lejanas del bienestar de la población y más cercanas a la "seguridad" que ofrecen unos bolsillos repletos de dinero mal habido. Por eso debemos ser muy cuidadosos a la hora de escuchar las "seductoras" promesas de ambas doctrinas, de esta manera evitaremos elegir menos con el corazón y más con la razón.

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