Pocas veces en la historia, la
apreciación de la humanidad hacia un hombre ha sido tan positiva, como en el
caso de Nelson Mandela. Y es que sin lugar a dudas, fueron las acciones de este
gran patriota africano -junto al clérigo Desmond Tutu y Frederick de Klerk,
último Presidente del Apartheid-, las que trajeron una reconciliación entre
blancos y negros sudafricanos, evitando una guerra civil, que por momentos se
vislumbraba ineludible y que hubiera provocado en Sudáfrica, tragedias y
atrocidades dignas del Congo Belga -la patria de Patricio Lumumba-, ese
“gigante de pies de barros”, que por más de 50 años ha sido víctima de la
rapiña occidental y los interminables conflictos tribales. Madiba (como le
llamaban en su clan) fue un ejemplo de lucha ante la injusticia de un sistema
que denigraba, excluía y humillaba a una población, solo por el hecho de tener
un color de piel diferente.
Para el Apartheid, el hombre
negro era física y mentalmente un ser inferior, al cual había que mantener
controlado, negándole o restringiéndole sus principales derechos. Los nativos
sudafricanos que vivieron en carne propia esos terribles pero no tan lejanos
tiempos, dan testimonio de lo común que era ver transportes públicos, playas,
hospitales y escuelas segregados; además se prohibía el matrimonio interracial,
por temor a la falsa pero tantas veces pregonada “corrupción de la raza”.
Por otra parte, los negros tenían
una limitada, cuando no inexistente participación en la política de su país,
esto impedía que pudieran hacer valer sus derechos y cambiar por la vía
pacífica el sistema imperante. Como colofón a esta infame situación, Mandela y
su pueblo padecían precarias condiciones de vidas, ya que el gobierno
afrikáner, destinaba la mayoría de sus recursos al cuidado de su población,
postergando al resto de la nación. Todo este ambiente, forzó a muchos a elegir
la lucha armada como medio de cambio, por esta razón Mandela sufrió prisión por
más de 20 años en Robben Island, símbolo de injusticia y abuso en el pasado,
referente de libertad e intransigencia ante el mal, en el presente.
La vida en prisión está hecha
para “doblar” el carácter del prisionero, hacer que abandone sus creencias,
objetivos y metas; muchas veces el carcelero lo logra y se puede felicitar por
la tarea cumplida, sin embargo hay ocasiones en que el presidiario se resiste
lucha, pelea, razona y analiza porque se encuentra en una situación, en la que
todo por lo que cree y ha luchado está en juego y la opción que tome definirá como
él será percibido por sus pares. “Madiba” tuvo claro quien seria y que haría
para el bienestar de Sudáfrica, pudo haber elegido rendirse ante el Apartheid y
aceptar las comodidades que este le ofrecía, con tal que renunciara a sus
ideales o quizás optar por una opción más fácil; dejarse llevar por el odio,
clamar venganza sin límites ante las injusticias cometidas y llevar a su amado
país al aniquilamiento total.
Eso sería lo más sencillo de
hacer y muchos le hubieran seguido en la vorágine de sangre y muerte, pero como
el mismo afirmó: “Destruir es muy fácil, los héroes son los que construyen y
trabajan por la paz”. Siempre estuvo convencido que “los verdaderos líderes,
son los que sacrifican todo por el bienestar de sus gobernados”. Además tuvo la
suficiente sensatez de entender que el mundo estaba cambiando, que los ideales
comunistas que tanto lo sedujeron en su juventud ya no eran aplicables en ese
momento( Caída el Muro de Berlín y La Unión Soviética)y llevarlos a cabo solo
hubieran traído más sufrimiento, división y dolor.
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